lunes, 20 de abril de 2015

El silencio gubernamental Uribe-Santos de las violaciones paramilitares de su cese al fuego




La terrible masacre Paramilitar-Ejercito Nacional en San José de Apartadó que cobró las vidas de ocho personas, entre ellas un bebé de seis meses. En la Mesa de Diálogo ni Uribe, ni Santos o Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la Paz del gobierno Uribe, tenía algo para decir al respecto. El paramilitar Cobra remató al bebé con un machete que introdujo en su garganta. "Es mejor prevenir para que no crezca como guerrillero en el futuro", fue su explicación. Tanto Uribe, su vice Francisco Santos (primo al actual presidente) o el general Montoya asumieron la responsabilidad del terrorismo para-estatal sino acusaron, como siempre, a las FARC.

El silencio gubernamental Uribe-Santos de las violaciones paramilitares de su cese al fuego

Por Dick Emanuelsson, ANNCOL

ANNCOL / DICK EMANUELSSON / 2015-04-20 / Este artículo que ANNCOL reproduce a continuación, no es nuevo. Fue publicado en la Revista Semana el 9 de febrero de 2013. No obstante, consideramos que tiene alta importancia y vigencia teniendo en cuenta la situación surgida después de los combates en la vereda “La Esperanza” en el municipio de Buenos Aires, Cauca, en donde murieron once militares y una veintena resultaron heridos el 15-16 de abril.

Mientras el gobierno de Juan Manuel Santos y los generales hacen un grito en alto por el resultado fatal para la institución castrense, los medios de comunicación oficialista llenan sus columnas o pantallas o emisoras de las consecuencias del resultado trágico, pero no tocan a las causas del combate el 15-16 de abril.

Los “Falsos Positivos” de Santos

Juan Manuel Santos fue ministro de defensa del gobierno de Álvaro Uribe. Fue él que introdujo el mal llamado “Falsos Positivos” para distraer a los términos verdaderos de la guerra sucia del Terrorismo de Estado. “Falsos Positivos” no son otra cosa que fusilamiento del enemigo o ejecuciones extrajudiciales. Pero a los civiles.

Santos era un férreo defensor de la política de la guerra total contra la insurgencia llamada “Seguridad Democrática”. Hoy sabemos que el saldo es contado en miles de colombianos enterrados en fosas comunes y recogidos como “NN” por los médicos forenses.

Poco a poco sale al flote la verdad y el trasfondo de los combates el 15-16 de abril en el caserío, contados por sus propios habitantes [http://anncol.eu/index.php/colombia/politica-economia/item/246-pacocol] que contrasta totalmente con las versiones de El Tiempo, RCN o Caracol.

El cese al fuego unilateral de las FARC

Dos veces el gobierno de Santos, presionado por Uribe, el Procurador y los generales, han gritado en alto por las acciones de las FARC durante su alto al fuego unilateralmente decretado el 20 de diciembre del 2014. La primera vez fue cuando fue tomado prisionero de guerra el general Rubén Darío Alzate a final del mes de octubre de 2014 y ahora, cuando la una unidad de la Contraguerrilla del Ejercito Colombiano, según sus propias palabras y los testimonios de los habitantes del caserío de La Esperanza, fue atacada por las FARC que actuaban en defensa en contra los “operativos de control de la Zona” del Ejercito Nacional, operaciones realizadas desde más de un mes en la zona.

Las FARC no se levantaron de la mesa cuando fue asesinado su máximo comandante, Alfonso Cano, cuando éste, ciego después un bombardeo, fue fríamente fusilado por las tropas que consultaron a Santos que iban a hacer con el comandante de la guerrilla, ¿llevarlo capturado o fusilarlo? “¡Fusílenlo”! fue la orden de Santos, en calidad de máximo comandante de sus FF.MM. Ya se habían hecho las primeras consultas entre los representantes del gobierno de Santos y el Secretariado de las FARC. Pero pese la ejecución extrajudicial, la guerrilla no declaró la guerra, ni hizo un escándalo al estilo de los últimos días.

El cese al fuego de las AUC (paramilitares)

Según la Comisión Colombiana de Juristas, los paramilitares de las AUC cometieron más de 2.500 asesinatos y desapariciones durante su cese al fuego (desde el inicio del 2003, nota ANNCOL). Y según cifras de la propia Vicepresidencia, en los dos primeros años de dicho cese, los grupos paramilitares cometieron más de 40 masacres.

Pero ¿se recuerdan lo que decía Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la Paz del gobierno Uribe, cuando la Revista Semana le preguntó sobre las masacres y los asesinatos durante el cese al fuego paramilitar?

“Mi estilo no es salir histéricamente a los medios de comunicación a reaccionar ante cada episodio (¡Sic!) en el que puedan estar involucradas las autodefensas. Mi trabajo es producir hechos de paz, lograr que efectivamente estos grupos se desmovilicen”.

La fuente de estas citas son de la excelente crónica de la periodista de la Revista Semana, Martha Ruiz, escrita no ahora a raíz de los combates el 15-16 de abril, 2015, sino en septiembre de 2013 por el silencio gubernamental en dichos años.

¿El estado romperá el proceso de paz?

Hoy esas líneas, que ANNCOL reproduce abajo, son más vigentes que nunca e ilustra la hipocresía del establecimiento actual.

Por que ¿que han dicho hoy el jefe de la Delegación del gobierno de Santos y el Procurador, Humberto de la Calle y Alejandro Ordóñez, respectivamente?

la Calle: “No estamos dispuestos a permanecer indefinidamente en la Mesa. Las Farc incumplieron su palabra al asesinar 11 militares”.

Procurador Ordóñez: ¡”No se puede volver a amarrar a las Fuerzas Militares”!

En texto claro; la guerra esta en la esquina.





* * *

Píldoras para la memoria de Uribe


Por Martha Ruíz, Revista Semana


Nadie estaba combatiendo a los paramilitares mientras el cese al fuego inundaba de sangre al país.

En noviembre del 2002, apenas dos meses después de que Uribe se posesionó como presidente, las AUC anunciaron un cese del fuego unilateral, para cumplir la única condición que el Gobierno les ponía para sentarse a negociar. Fue así como en junio del 2003 se instaló la mesa de Santa Fe Ralito, con Luis Carlos Restrepo de un lado y Carlos Castaño del otro.

Sin embargo, en febrero del 2004, las AUC mataron a Marta Lucía Hernández, directora del Parque Tayrona, quien se oponía a la titulación fraudulenta de predios que auspiciaban los paramilitares allí. Frente al asesinato, la mesa de Ralito guardó silencio. 

En abril de ese mismo año, las AUC mataron a su propio jefe, Carlos Castaño, y la negociación siguió como si nada. La prensa denunció que se trataba de una conspiración de los narcos para adueñarse del proceso. Luego mataron a ‘Doble Cero’, Miguel Arroyave, Rodrigo Cadena… y del lado del Gobierno, nadie se paró de la mesa. 

En julio de ese mismo año se encontró una avioneta con cocaína, atribuida a Ernesto Báez. Durante todo el cese hubo evidencia abundante de que las AUC seguían en el negocio del narcotráfico. Y nadie se levantó de la mesa.

En septiembre del 2004, las AUC acribillaron en Barranquilla al ilustre profesor Alfredo Correa de Andreis. Por supuesto, no hubo conmoción en la mesa. 

En febrero del 2005, paramilitares de Urabá y miembros de Ejército masacraron a dos familias en La Resbalosa, San José de Apartadó. Entre otras cosas, degollaron a los niños. Pero nadie se levantó de la mesa. 



Según la Comisión Colombiana de Juristas, las AUC cometieron más de 2.500 asesinatos y desapariciones durante el cese al fuego. Y según cifras de la propia Vicepresidencia, en los dos primeros años de dicho cese los grupos paramilitares cometieron más de 40 masacres. Obviamente, nadie se paró de la mesa. 

En el 2003, en pleno cese al fuego, las AUC hicieron pactos con políticos en casi todo el país. Asesinaron candidatos en todas partes para hacerse con el poder local. Uno de ellos fue Tirso Vélez, quien aspiraba a la Gobernación de Norte de Santander. Como imaginarán, no pasó nada en la mesa.

Cuando el remedo de “cese al fuego” hizo crisis, algún periodista de SEMANA le preguntó a Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la Paz del gobierno Uribe, qué tenía para decir al respecto. Esto fue lo que respondió:

“Mi estilo no es salir histéricamente a los medios de comunicación a reaccionar ante cada episodio en el que puedan estar involucradas las autodefensas. Mi trabajo es producir hechos de paz, lograr que efectivamente estos grupos se desmovilicen”.

Entonces el gobierno de Uribe estaba cocinando un proyecto de perdón y olvido, llamado pomposamente Ley de alternatividad penal, que el Congreso rechazó aun antes de ser presentado.

Sobra decir que nadie estaba combatiendo a los paramilitares mientras el cese al fuego inundaba de sangre al país. Por el contrario, el jefe de seguridad del presidente Uribe, como ya está probado, trabajaba para ellos. Y no exactamente construyendo paz.

La agenda de la negociación de Ralito nunca se conoció. De vez en cuando, desde la prisión, los jefes de las AUC denuncian que el Gobierno les incumplió ciertas promesas hechas en la mesa. Y desde la clandestinidad, Restrepo responde que todo es mentira. Eso es todo. 

(…)

Desde hace cuatro meses el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC intentan ponerle fin al conflicto armado que vive Colombia desde hace 50 años. Pactaron una agenda que es de conocimiento público y unas reglas del juego que están expuestas claramente sobre la mesa. Reglas que, por cierto, no incluyen el cese al fuego. La presión militar contra la guerrilla no ha dado tregua un solo día.

Aun así, Álvaro Uribe exhibe fotos de los muertos en combate, exige que el Gobierno suspenda los diálogos de La Habana y nos advierte que esta vez habrá impunidad. 

¡Qué falta de pudor!