jueves, 13 de julio de 2017

Entre espías, diplomáticos y agentes en Colombia

La crónica de solidaridad de la redacción de Voz el 16 de abril de 1997. Unos años más tarde Emanuelsson sería nuevamente víctima por el escándalo de "las chuzadas" y de una extensa persecución que fue documentada por los agentes del DAS-G3 en 476 folios en contra el reportero sueco.



Entre espías, diplomáticos y agentes

Por Dick Emanuelsson, “chuzado”

Fue en la misma época cuando los grupos paramilitares legalizados por Uribe, las Convivir, operaban en Colombia. Internet rompió el monopolio de El Tiempo, RCN y Caracol, voceros del Poder Fáctico y Terrorismo de Estado en Colombia.

La lucha contra el cierre del hospital San Juan de Dios. FOTO: DICK EMANULESSON.

Los trabajadores en el Hospital San Juan de Dios, que luchaban por el hospital y sus puestos de trabajo, de repente tuvieron una tribuna donde pudieron dar su opinión masivamente. La insurgencia colombiana, durante más de 35 años había sido catalogada como demonios en la misma prensa, ahora alguien daba otra cara del conflicto que no solo era armado sino también social.

No les gusto a los voceros de los medios corporativos, los gobernantes, los oligarcas para no hablar de los generales, estos últimos fueron analizados en internet y cada lector podía sacar sus propias conclusiones.

En Colombia el periodista corría el riesgo y cada año el país lideraba la lista de los países en donde el comunicador social fue silenciado físicamente.

También en el exterior llegaron los tentáculos para amedrentar a la solidaridad con los trabajadores y luchadores colombianos, enviando sufragios & amenazas de todo tipo. Porque si el periodista serio aplicaba, para su supervivencia, la autocensura, pues en el exterior no sentíamos esa presión.

Tres años después de la nota de solidaridad de Voz arribé para acreditarme por tiempo completo en Bogotá. Lo último que me dijo la secretaria o el cónsul colombiano en Estocolmo, que ponía el sello de permiso de trabajo en Colombia por dos años, fue:

“Por lo menos Ud. tiene quien lo defienda”.
¿Quién será? le pregunté.
“Marulanda”, respondió la señora diplomática allá en el barrio de la aristocracia sueca en Estocolmo.

Y sí así era el pensamiento del cuerpo diplomático colombiano, ¿cómo no pensaría los organismos de seguridad o la inteligencia militar colombiana?

La respuesta fue confirmada durante todo el año 2005 a través de amenazas, no de distancia lejana entre Bogotá y Estocolmo sino allá mismo en Bogotá, al teléfono del apartamento que alquilé.

Álvaro Angarita.
Soporté las amenazas durante un año hasta que colegas y compañeros, como Álvaro Angarita de Voz u otros, casi me obligaron de irme del país que había sido mi sede en América Latina durante más de cinco años.

Allá en Estocolmo, el primer secretario de la embajada colombiana, Ernesto Yamhure, fue reemplazado y sacado de la carrera diplomática después que lo desenmascaré como un simple espía en contra los exiliados colombianos en la capital sueca.



Su compinche Jorge Noguera ya me tenía bajo la lupa en Colombia y cuando la Fiscalía, en febrero de 2009 entró a la sede del DAS y decomisó lo que quedaba del archivo de la Policía Política Secreta, de la Presidencia encontraron una carpeta con 476 folios de documentación sobre mi labor legal y abierta en el país más hermoso del mundo.

En el folio No 3, los agentes del DAS-G3 me tildaban como “ideólogo de las Farc”, en su reporte a sus superiores. Me acordé las palabras de la diplomática colombiana en Estocolmo sobre mí “Escudo”.

El autor de la nota en uno de los reportajes en Colombia.

Fue lindo leer nuevamente la crónica y la solidaridad que Carlos Lozano y Jaime Cedano, en representación del semanario Voz, me brindaban esos días en abril 1997, de cartas y llamadas. Y doy gracias al ex jefe de la redacción de Voz, Roberto Romero que me facilitaba ese recorte y varios otros de gran valor personal para mí. Son elementos para un libro.

Esas expresiones del Terrorismo de Estado son muestras que no estamos tan mal parado en la cobertura periodística y las conclusiones políticas. Reaccionan, aunque no con respeto. . .

Jorge Noguera fue sentenciado a 25 años de cárcel en el primer juicio por haber entregado a los paramilitares nombres y apellidos de esos archivos de personas opositores al régimen de Álvaro Uribe.

E. Yamhure, 2005.
Foto: D.E.
Ernesto Yamhure fue nuevamente desenmascarado como un asalariado y asesor político de Carlos Castaño, el jefe paramilitar, que según la fiscalía era responsable por la muerte de 150.000 colombianos.

Y el mismo señor Uribe esta un pelito de ser enjuiciado como Padrino de todo malo durante una época muy oscura y sangrienta en ese hermoso país.