jueves, 29 de diciembre de 2016

Colombia: “La vez que me fui a filmar a Marulanda en plena guerra”

Manuel Marulanda en posición de combate en Ríochiquito 1965. El histórico documental del año de 1965 por los franceses Jean Pierre Sargent como camarógrafo y Bruno Muel como director.


La proeza de Pepe Sánchez que no conoce el país

“La vez que me fui a filmar a Marulanda en plena guerra”

Por Roberto Romero Ospina, especial para El Espectador

“Hubo un momento en medio de la candela que los franceses quisieron meterse para filmar algunas escenas de guerra siguiendo una trocha, cuando nos encontramos con Manuel Marulanda diciéndonos, ‘para que se van a meter por allí si esos tiros salen de matorrales y no se ve nada, y después si les pasa algo me los van a cobrar a mí’”, anotó Pepe Sánchez en una entrevista exclusiva con este periodista hace un par de años.



Era la primera vez en su larga vida de cineasta, actor y director de televisión que Sánchez revelaba su experiencia como asistente de uno de los documentales históricos de la resistencia campesina que se fraguó en 1964 tras la ofensiva militar a Marquetalia en 1964 y que desencadenó esta guerra de medio siglo con las FARC que ya culmina.

Unos días antes de aquel evento, de cumplirse 50 años de la ofensiva a Marquetalia, Pepe Sánchez nos dio detalles de su participación en la filmación de “Ríochiquito” diciéndonos que jamás había revelado a la prensa aquellas jornadas.

Video: Versión original 1965 - "Rio Chiquito" en Francés.   



Y por primera vez también los lectores de El Espectador tienen acceso a esta información que nos entregó en el Café de la Memoria, envuelto en una gruesa bufanda gris y su cachucha de marino, y que mantuvimos inédita.

Pero también nos contó pasajes decisivos de su vida que revelan siempre su compromiso social, su “vocación subversiva y espirito crítico” y que nada o poco reflejaban los medios que siempre lo han querido presentar como un inofensivo hombre de la farándula. Como su activa participación en las jornadas estudiantiles, siendo alumno de Derecho del Externado, del 8 y 9 de junio de 1954 tras la matanza estudiantil del régimen de Rojas Pinilla.

Recuerda que bajo el gobierno del conservador Guillermo León Valencia en 1963 comenzó a prepararse “una ofensiva contra las llamadas repúblicas independientes del sur del Tolima entre las que se encontraban las zonas agrarias de Marquetalia y Riochiquito. Yo ya estaba vinculado a la televisión desde 1954 cuando la creo Rojas Pinilla y sabía de cine”.

Siguiéndole el paso a los acontecimientos

Diego Montaña Cuéllar,
Pepe se interesaba en seguirle el paso a estos acontecimientos y como él y su familia eran muy amigos del dirigente comunista Diego Montaña Cuéllar, en cuya casa “se hablaba de marxismo y se echaban unos tragos”, le propuso hacer un documental de aquellas regiones campesinas.

“Diego me dijo que hiciera una lista de lo que se necesitaba, entonces incluí una cámara, equipos de sonido, luces, y eso quedó en manos del partido, pero como el trámite se demoraba mucho prácticamente desistimos del proyecto”, subrayó. Para ese entonces ya había estallado la guerra tras la toma de Marquetalia en marzo de 1964.

Pero el proyecto de Pepe Sánchez tendría un giro inesperado unos meses después. “Montaña Cuéllar me llamó a comienzos de 1965 y me preguntó si aún seguía interesado en la idea de filmar allí y ante mi respuesta de: ‘yo encantado’, me cuentó que están por llegar dos cineastas franceses enviados por uno de los mejores documentalistas de todos los tiempos, el holandés Joris Ivens”. El “holandes errante” como se le conocía a Ivens, escogió a Jean Pierre Sargent como camarógrafo y Bruno Muel como director.

Los secretos de una aventura

Pepe Sánchez.
Entonces revela los secretos de la memorable aventura que dio como resultado la realización de uno de las piezas narrativas más premiadas y que le dio la vuelta al mundo poniendo en entredicho al gobierno de Valencia.

Su papel fue de consejero y traductor aunque a veces metía la cucharada dando ideas de la realización del filme.

“Duramos diez días en llegar a la zona asignada de Ríochiquito, en el Huila, donde se habían desplazado los campesinos de Marquetalia y allí estaba el Estado Mayor Central de las nacientes guerrillas que más tarde se convertirían en las FARC. Nosotros pasamos un puesto lleno de militares a quienes les mostramos unas credenciales que yo había conseguido”.

Y añadió lleno de ese humor sarcástico que siempre lo acompañó: “Ellos entraron como documentalistas para realizar un trabajo sobre aves de la selva e indígenas paeces, lo que no era descabellado porque en esa región del Huila abundan los unos y los otros”, mientras se regocijaba por la burla que se le hizo a las autoridades para poder acceder a la zona de guerra.

Jacobo Arenaz, co fundador de las FARC dando
instrucciones a los guerrilleros.
“Básicamente entrevistamos a Jacobo Arenas que en la cinta aparece dando una arenga, a Manuel Marulanda y al joven revolucionario Hernando González, a quien ya había conocido en mi época universitaria en Bogotá”.

A Pepe Sánchez le llamó la atención Manuel Marulanda a quien describió como “el hombre más tranquilo y callado de todos, de una gran sencillez”. Y recuerda que apenas a una escasa hora de cruzar el puesto militar a caballo pues había una tregua entre los dos bandos, detrás de una gran arbolada se encontraban los jefes guerrilleros. Allí filmaron la etapa de autodefensa campesina dedicada al abastecimiento para la posible movilización.

“Vamos a almorzar que estos regresan”

“Allí estuvimos una semana con Isauro Yosa, el patriarca de las autodefensas, Ciro Castaño y los jefes que ya señalé, todos en su política de proteger la vida y en la lucha por mejores condiciones sociales. Y Marulanda con ese olfato de estratega nos dice apenas aparece el alba: ‘a las 8 vamos a desayunar y de inmediato vamos a las trincheras pues no demoran en venir a bombardearnos’, y así fue. Todo eso lo registramos en las cámaras”.

El acoso de las bombas como previó también Marulanda, duró hasta las 12. “Vamos a almorzar que esos vuelven a las 2 pues también se fueron para lo mismo. Lo que se repitió con exactitud de oficina. La andanada de metralla y descargas de fuego desde la aviación solo terminó a la 5 de la tarde”.

El bombardeo de la región de Río Chiquito.


En 20 minutos, los espectadores pueden apreciar las escenas de la violencia: ranchos quemados, los vuelos rasantes de la aviación militar, el éxodo campesino, las arengas de un Marulanda de apenas 36 años o de Jacobo Arenas, y decenas de hombres con el fusil al hombro dispuestos a la lucha y que han marcado este medio siglo de historia. Al final, retumban los ecos de la música indígena en la banda sonora del film.

“Todo ese material de horas lo editaron en Paris haciendo de locutor Alberto Rojas Puyo; yo quería filmar más el lado humano de la tragedia, pero los franceses le dieron más fuerza a la parte política quizá porque la denuncia de la agresión a estas regiones de autodefensa era lo que primaba”, recalcó.

“La orden era dispararnos”

Después vendría la odisea de la salida. “Fueron quince largos días de marcha que trajo como primera víctima al comandante Hernando González quien logró conducirnos a otro grupo que nos esperaba pero a su regreso se equivocó y tomó la misma trocha y no una nueva, y allí lo emboscaron”.

Sánchez nos dijo que les tocó subir los picos más altos del Cauca y descender a las llanuras ardientes del Tolima para ponerse a salvo y resguardar el material fílmico.

“Como nos enteramos más tarde, y como ya sabían que habíamos estado con los guerrilleros, la orden era disparar sin contemplaciones de encontrarnos. Pasamos varios días sin alimentos, solo comiendo unas almendras del monte hasta que otro grupo nos recibió con provisiones y pudo llevarnos a las goteras de Bogotá”.

Los dos cineastas franceses fueron detenidos a su regreso y en menos de 24 horas expulsados de Colombia. Sánchez quedó a cargo de los rollos y salió por otra vía de manera que se salvó el material fílmico que en menos de dos meses se dio a conocer al mundo.

Los guerrilleros del año 1965 en Riochiquito.


Sin embargo, Pepe sufrió duras consecuencias por su audaz participación en aquella memorable realización que siempre reproducen los medios que muestra a Marulanda escribiendo a máquina con apenas 36 años. “Él escribía todas las mañanas una bitácora de los sucesos que luego revisaba Jacobo Arenas quien le tachaba cosas y le decía esto no va y esto sí, algo que no parecía correcto”.

Tuvo tiempo de conversar con Marulanda, a quien no volvió nunca a ver. “Cuando estaba en el colegio San Bartolomé haciendo el bachillerato, un compañero, Armando Yepes, me contó que su familia era desplazada de Ceylan por ser liberales y vio cómo los pobladores de Versalles, en Caldas, dirigidos por el cura, arrasaron con el pueblo. Marulanda me contó, 15 años después, la misma situación, siendo él víctima y por eso se enmontó con varios labriegos y unas pocas escopetas”.

Tocó perderse

Sánchez nunca apareció en los créditos de “Riochiquito”, lo que hubiera sido aún más grave para él. “Me estaban buscando, pero el conocido abogado Rafael Poveda, mi apoderado, me dijo que me presentara ante el juez, Muñoz Martínez, un bárbaro conservador que hizo una especialización en interrogatorios en la España franquista, a ver cómo salía de esta. La situación era muy difícil, pero yo me sentía orgulloso de aquella proeza”.

La pobreza reinaba y reina todavía en las regiones en donde surgió la guerrilla más antigua en Latinoamerica.


Fue a tres diligencias y al terminar la última se entera que las autorizaciones militares para entrar a la zona y que entregaron en los puestos castrenses, habían desaparecido del expediente. “Ante esto Poveda y mi familia me dieron la orden, piérdase de inmediato. Entonces me refugié en Chile y allí pasé cuatro años hermosos. Trabajé como asistente de Miguel Littin en su laureada película “El chacal de Nahualtoro”, y faltando pocos meses del golpe de Pinochet, resolví regresar a Colombia”.

Pepe Sánchez de inmediato se une al grupo de cine político que encabezaba Carlos Álvarez y con él hacen varios documentales y llevan sus películas a barriadas populares, sindicatos y al movimiento estudiantil. Allí también estaban su hermano Carlos Sánchez, Gabriela Samper, y Bejarano, entre otros.

Facilitó su regreso del exilio el olvido del caso además que el ministro de Guerra de ese entonces, el general Reveiz Pizarro y el juez, Muñoz Martínez, que tenía lista la orden de captura, habían fallecido.

El gran artista fallecido, columna ideológica de la dramaturgia comprometida de la TV nacional, siempre fue un abanderado de la búsqueda de la paz. Tenía muchas razones para ello: había visto la guerra con sus propios ojos en Riochiquito hace más de medio siglo.